En AXA estamos convencidos de que el futuro pasa por el desarrollo de un modelo de seguro inclusivo que genere una mayor resiliencia societaria. Pero para que el seguro inclusivo sea una realidad en el mundo de las economías emergentes, es necesario un diseño y una distribución apropiada del servicio. Así como pólizas sencillas que puedan explicarse fácilmente y con mínima complejidad por SMS, WhatsApp y otras formas prácticas de comunicación. No se trata de reducir los productos, sino de crear una cultura de seguros que sea relevante.
ARTÍCULO PUBLICADO EN LA REVISTA PYMESEGUROS Nº 121
Terminaba hace unas semanas mis últimas palabras desde esta tribuna (clika aquí para ver la primera parte del artículo), haciendo referencia al cierto abandono que había experimentado el sector asegurador de los dos principios que le habían guiado desde sus orígenes: la mutualización y la idea central de la inclusión. Como consecuencia, apuntaba, esa falta de inclusión tiene efectos sobre la resiliencia por los vacíos de protección que deja, la mayor exposición al riesgo y, en definitiva, la situación de vulnerabilidad en que nos deja.
En AXA estamos convencidos de que el futuro pasa por el desarrollo de un modelo de seguro inclusivo que genere una mayor resiliencia societaria.
En los mercados emergentes, por ejemplo, debemos dejar de mirar exclusivamente a las personas de elevados ingresos porque estamos perdiendo una oportunidad valiosa de negocio y, además, dejamos desasistidos a esa gran parte de población que es demasiado rica para ser pobre; y demasiado pobre para ser rica. Hablo de ese motor económico de sus mercados como son comerciantes minoristas o pequeños granjeros que se ven todavía sujetos a una vulnerabilidad financiera, a unos niveles de ingresos irregulares e inseguros, y a una falta de acceso al crédito. Por ejemplo, en muchos países emergentes los pequeños granjeros guardan parte de la cosecha como garantía como consecuencia de la falta de acceso a seguros asequibles. Esto les condena a disponer de un capital improductivo y costoso que reduce su tolerancia al riesgo. Aquí, un seguro inclusivo que permitiera vender ese excedente redundaría en un mayor crecimiento de su negocio y una mayor movilidad de los mercados.
Pero, para que el seguro inclusivo sea una realidad en el mundo de las economías emergentes, es necesario un diseño y una distribución apropiada del servicio. Así como pólizas sencillas que puedan explicarse fácilmente y con mínima complejidad por SMS, WhatsApp y otras formas prácticas de comunicación. No se trata de reducir los productos, sino de crear una cultura de seguros que sea relevante.
Por su parte, en los mercados desarrollados, el seguro inclusivo tiene un objetivo distinto: en lugar de facilitar trayectorias ascendentes, evita caídas como consecuencia de un cambio vital no lineal. El sector asegurador tiene que asumir los cambios en la vida laboral de las personas, la contratación flexible, el pluriempleo o el trabajo por cuenta ajena. Los seguros bien adaptados a esta situación pueden preservar o incluso aumentar la resiliencia societaria de estas economías maduras.
En este sentido, en AXA creemos que los conocidos como Diarios Financieros (metodología de investigación social basada en el análisis en detalle de los ingresos y gastos de familias individuales en diferentes comunidades) pueden llenar vacíos de información y conocer la forma en que la gente gestiona su vida financiera. La finalidad es crear productos relevantes y asequibles que respondan a las necesidades, tanto de la población de medianos ingresos que ya valora los seguros, como las del nuevo mundo laboral que está surgiendo.
Si las empresas de seguros no logran adaptarse, solo cubrirán un sector cada vez menor de la población.
Mar Romero, directora de Distribución de AXA España.
www.pymeseguros.com